La Puebla de los Infantes tiene un origen prerromano, el enclave celta de Celsita. Tras la conquista romana se instaló el «municipium mulvensís»de tan polémica localización.

Alfonso X El Sabio, en el repartimiento de 1253, concedió esta tierra a sus hermanos y otros familiares, otorgando una Carta Puebla de la que viene el nombre de la localidad.

En el siglo XVII, por enajenaciones y herencias, estos pagos pasaron a manos de un descendiente de aquellos infantes, Luis Jiménez de Góngora y Castilla, que recibió en 1654 el título de vizconde de la Puebla de los Infantes, marquesado a partir de 1716.

Según Vicente García de Diego, puede ser la antigua población celta CELSITA. Otros la identifican con el MUNICIPIUM MULVENSIS o MULVA. En todo caso, esta villa, situada a 78 kms. al Noreste de Sevilla, es de gran antigüedad, y tuvo gran importancia por su situación estratégica. En la Edad Media, La Puebla de los Infantes era una aldea o alquería árabe llamada CANABULLA, CANATULLA o CAÑEBOLO, nombre probablemente de origen visigodo.

En tiempos de la dominación árabe este término estaba enclavado en la cora de AL-FIRRIS (zona de Hierro) cuya población era predominantemente bereber y en él se encontraba la aldea de CAÑEBOLO. Esta zona también era conocida por los árabes como FAHS AL-BALLUT (campo de encinas).

En el año 1189, Alfonso VIII ocupa el castillo de Almenara enclavado entonces en el término de la Puebla de los Infantes. En el año 1247 el Rey Fernando III toma la aldea de CAÑEBOLO a la que llama Puebla de los Infantes.

El 27 de Julio de 1255 Alfonso X el Sabio constituyó un núcleo de mayor importancia al que llamó La Puebla de los Infantes; por estas fechas otorga a su sobrino D. Enrique Enríquez, hijo del Infante D. Enríquez, la posesión del donadío de Castril, que abarcaba todo el valle que ahora ocupa la presa de José Torán, que entonces se llamaba valle de Valgruado.

Quedando una parte del término en propiedad del Rey, pasando el resto a propiedad de los infantes susodichos. Sin embargo la administración no quedó en manos de estos infantes, sino que dependían de Sevilla, cosa que no sucedió ni en Constantina ni en la zona de Almenara.

En La Puebla de los Infantes, igual que en la Sierra Norte, será la única zona de Andalucía en la que permanecerá la población mudéjar tras la rebelión de 1264 contra los cristianos, quedando abundantes pruebas arquitectónicas de su presencia como la Ermita de Santa Ana y la Parroquia de Nuestra Señora de las Huertas.

El Castillo que corona La Puebla de los Infantes pone de manifiesto la presencia cristiana y constituye un símbolo de dicho municipio. Sus dos misiones principales eran la defensa de la ruta de Extremadura y el freno de las incursiones árabes. Dicho Castillo quedó en manos del Consejo de Sevilla, quien se encargaba de su mantenimiento.

Tenemos constancia de que siguió perteneciendo a esta ciudad hasta mediados del siglo XIV. En 1654 Felipe IV concede a La Puebla de los Infantes el título de señorío, que se elevó a marquesado en 1716, al que Carlos III le concedió la Grandeza de España.